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Sintropía: el enfoque agroecológico que el paisajismo debería tener en la mira

El agricultor e investigador Ernst Götsch lleva más de 30 años poniendo en práctica la “sintropía”, un enfoque que apuesta a la regeneración de la naturaleza con la vida misma como “fertilizante”. 

La agricultura industrial, finalmente, está alcanzando sus propios límites. Como si la Tierra se estuviese defendiendo, las hierbas y las plagas se han vuelto resistentes a pesticidas tan potentes como el glifosato; y los suelos, cansados de la explotación están agotados de nutrientes y su utilidad es prácticamente irrecuperable. 

Esto está sucediendo en diversas regiones del mundo, pero una zona donde la evidencia se muestra de forma dramática es en los campos de monocultivo brasileños, ubicados en lo que —antes de ser talado— fueran secciones del bosque del Amazonas, en Brasil. 

La solución a este problema —en Brasil y en el resto del mundo, incluyendo a México— siempre ha sido seguir destruyendo la selva y ampliando los campos de siembra agroindustrial. Y como respuesta a los cambios en las condiciones —no solo a la resistencia de las plagas y la infertilidad del suelo; también al cambio climático y a las sequías— los humanos hemos aprovechado ciencia y tecnología para generar semillas genéticamente modificadas, capaces de resistir la adversidad. 

Pero este progreso no viene sin consecuencias: las semillas transgénicas e híbridas no abonan a la biodiversidad, al contrario: la están poniendo en riesgo. Además, siguen requiriendo de fertilizantes y pesticidas que ponen en riesgo la salud de quienes los aplican, quienes los consumen y de los animales que están en contacto con ellos (en particular, las preciadas y vitales abejas). 

Los transgénicos activan un círculo vicioso. Los monocultivos no abonan a la riqueza de nutrientes del suelo; el suelo muere y se queda sin uso; los campos se expanden; la selva se pierde. 

Este enfoque de “supervivencia” adoptado por la industria de la agricultura a nivel mundial, responde a una forma de pensar que tenemos que poner en cuestión. Y Ernst Götsch es el agricultor e investigador que lo está haciendo: 

“El declive de las civilizaciones más avanzadas siempre ha iniciado con el agotamiento de los recursos naturales […] Y siempre tiene que ver con la humanidad luchando contra el bosque […] ¿Es que los humanos consideran el bosque como algo oscuro e impredecible contra lo que hay que luchar?”  – Citado en Mongabay.

Ernst Götsch: el agricultor que co-labora con la naturaleza

Tal vez una de las mentes más agudas de nuestro tiempo, el suizo Ernst Götsch dejó su trabajo como investigador en mejora genética para Agroscope y decidió irse a vivir a Brasil, sitio donde articuló su gran parcela la “Fazenda Olhos d’água”, un enorme bosque-espacio de cultivo en donde produce, entre otras cosas, inmensas cantidades de cacao 100% orgánico, sin utilizar pesticidas, fertilizantes, abono o sistemas de irrigación. 

¿Y cómo lo hace? Durante sus investigaciones en temas de tecnología y genética Götsch dio con una pregunta clave

“¿Será posible que consigamos mejores resultados [en la agricultura] si encontramos formas de cultivar a favor del desarrollo de las plantas, en lugar de crear genotipos que soportan las malas condiciones que les hemos impuesto?” 

Sin duda, su forma de pensar disloca una idea bien naturalizada, pero posiblemente absurda: los humanos no tenemos que cambiar a la naturaleza para sobrevivir en ella; lo que nos toca es co-laborar con el entorno y adaptarnos a sus formas. 

Así nació la agricultura sintrópica

“Sintropía” es el concepto que resume la línea de pensamiento de Götsch. Como se explica en este artículo de agendagotsch.com,  por un lado, la entropía es un concepto que explica que “[…] toda la energía concentrada en el universo tiende a disiparse, simplificarse y asociarse”. Por su parte, la sintropía “[…] se manifiesta a sí misma formando estructuras, aumentando la diferenciación y la complejidad […]”.

De esta forma la agricultura sintrópica busca potenciar los procesos naturales que producen vidas complejas (ecosistémicas), transformando los métodos agrícolas en medios de re-generación y de alta productividad. En otras palabras: más que una intervención en el espacio, esta forma de agricultura utiliza a la vida como fertilizante para generar más vida. 

Los cultivos donde se practica la sintropía, a diferencia de los otros, no dependen de la entrada de nuevos recursos como fertilizantes y agua de riego, sino que se concentran en regenerar el suelo a través de la siembra, activar funciones naturales del ecosistema que mejoran la fertilidad de la tierra y regular el microclima para promover los ciclos del agua.

Para Götsch y sus alumnos y aprendices, cosechar alimentos es solo un “efecto secundario” de la regeneración positiva de los ecosistemas, no el fin que impulsa los medios. 

Tal vez una de las desventajas del enfoque es que, a diferencia de los transgénicos, no puede simplemente replicarse, como una receta de laboratorio, en cualquier lugar. Cada planta cuenta y sus procesos tienen que ser considerados parte del “metabolismo colectivo del ecosistema”. Simultáneamente, la salud de cada planta “no depende exclusivamente del trato individual”; la clave es tomar en consideración las relaciones intra e interespecíficas que se generan en todo el ecosistema.

Aunque la definición de sintropía es nueva, el enfoque tiene raíces profundas…

En resumen, de lo que se trata es de imitar tanto como sea posible la forma en que los bosques naturales funcionan, aplicando la energía humana a estimular sus ciclos, en lugar de suspenderlos o dañarlos. 

Y aunque la definición de “sintropía” es contemporánea, el enfoque tiene raíces profundas y está, sin duda, inspirado en los sistemas de siembra que desde cientos y hasta miles de años ponen en práctica las comunidades indígenas del mundo. 

La milpa —y en particular, la milpa maya— es uno de los ejemplos más entrañables y cercanos a nosotros. Este agroecosistema no solo se compone de la reconocida trinidad —maíz, frijol y calabaza—, sino que, cuando se hace bien involucra a otras plantas:

Todas las especies que habitan la milpa se complementan entre sí: el tallo del maíz sirve al frijol para crecer; mientras que el frijol provee a la tierra de nitrógeno, nutriente muy necesario para el maíz. Por su parte, la calabaza que crece en el piso, ayuda a mantenerlo húmedo, propiciando el crecimiento de toda la ‘trinidad’; además de incentivar el brote de otras plantas —especialmente quelites, [hongos] y muchas [plantas] medicinales. Toda esta abundancia llama, irremediablemente, a diversos animales: aves, insectos polinizadores y mamíferos pequeños que también son parte de la ‘dieta de la milpa’.” – Citado en La Vaca Independiente.

La diferencia esencial entre la agricultura sintrópica y sistemas como la milpa es que, atendiendo a las necesidades de la agroindustria a nivel global, la sintropía quiere convertirse en un sistema usado en escalas masivas. Y, poco a poco, lo está logrando. Como se puede leer en este artículo de Mongabay, la idea de Götsch no es que la agricultura deje de ser un sistema “productivo” o “capitalizable”, sino que la industria agrícola se vuelva realmente sustentable, por su propio bien. 

Algunas técnicas de la sintropía en la agricultura

Según este artículo redactado por un alumno de Götsch los principios que guían la práctica de la agricultura sintrópica son:

  1. Mantener el suelo cubierto: esto se traduce a cultivar grandes cantidades de biomasa en el sitio y a hacer podas frecuentes para cubrir el suelo con materia que se va a descomponer y mantiene la humedad.
  2. Maximiza la fotosíntesis: esto se logra plantando de norte a sur. Además se debe plantar una amplia densidad, de 20 a 40 semillas/plantas por metro cuadrado. Esto también promueve la humedad constante. La poda impulsa ambos fenómenos.
  3. Estratificación: esto significa respetar el “estrato” ideal de cada planta. Algunas prefieren estar más en la sombra y van en los estratos más bajos, algunas necesitan mucha luz directa y tienen que alcanzar siempre el estrato más alto. Los estratos también son definidos por la estructura de las ramas y las hojas. 
  4. Sincronización: es esencial remover biomasa cultivando y podando, dando lugar a las siguientes especies y provocando el constante crecimiento de la planta con la poda. 
  5. Sucesión natural: aunque el bosque madure, es necesario siempre tener plantas en las diversas etapas de la vida, favoreciendo una sucesión natural de las plantas jóvenes cuando el tiempo de las otras termine.
  6. Manejo: este sistema se basa en dinamizar los procesos naturales, pero requiere de la inversión de la energía humana para lograrlo. De alguna forma es una ofrenda que los agricultores hacen a la naturaleza y una forma muy profunda de integrarse en el ciclo del ecosistema que los alimenta.

Aunque algunas cosas pueden aún resultar abstractas, hasta para el jardinero más experimentado, no queda más que confiar en la evidencia. En la “Fazenda Olhos d’água” de Götsch las plantas crecieron tanto que ninguna plaga o enfermedad ha podido afectarle. Las inundaciones de la región no se manifiestan de forma negativa en su “parcela”: las 120 hectáreas de densa vegetación propician la evaporación y la lluvia vuelve a caer. Bromea Ernst Götsch —o “el hacedor de lluvia”, como lo llaman los locales— con que su tierra no se ve desde las alturas, porque siempre está cubierta de nubes.

En VerdeVerde hemos aprendido de la sintropía que…

  1. La planeación no lo es todo: el proceso natural de cada espacio verde es lo que debe guiarnos.
  2. Es esencial permitir y respetar los ciclos naturales de cada planta, abriendo la posibilidad a que el ecosistema se recupere solo. No tenemos que luchar contra la naturaleza, sino darle espacio a que brillen las cualidades de cada elemento vivo. 
  3. El suelo es la clave. Además puede ser suelo nutrido por los mismos desechos del espacio verde. Eso lo vuelve útil y de bajo costo.
  4. Privilegiar la salud del ecosistema del que eres responsable, también es cuidar de tu salud. Así, hay que elegir cuidadosamente en qué casos utilizamos aditamentos (fertilizantes, pesticidas, entre otros) y cuáles son las opciones menos dañinas.
  5. Ninguna solución aplica para todos los casos. Cada espacio verde es diferente y debemos comprender y celebrar su unicidad.

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